Todo lo que deberías saber antes de empezar. Y más vale que te enteres por la cuenta que te trae.

ulquiorra avatar
¿A que parece estar diciendo «No me toquéis los huevos»? Mi avatar, Ulquiorra Schiffer (ウルキオラ・シファー, Urukiora Shifā), de la serie manga Bleach, romanizado como Ulquiorra Cifer en la serie en japonés. Es uno de los antagonistas más icónicos de la serie, en la que es el Cuarta Espada, como indica el número «4» tatuado en su pecho. Muchos fans lo llaman «Ulquiemo» y otros términos que hacen alusión a su aspecto. No se sabe exactamente de dónde procede la inspiración para su nombre por parte de Tite Kubo, el autor. Se sospecha que pueda provenir del nombre de Patricia Urquiola (una diseñadora de muebles española) o que sea una variante de la frase «aquel que llora» en español como señalan en el número 6 del volumen 6 de la revista Shonen Jump.

Presentación.

Muy buenas a todos los que se lo merezcan. Porque hay quien no se merece ni el agua que bebe.

Después de sopesarlo mucho tiempo, me he decidido a abrir otro blog, éste más personal que aquel por el que todo el mundo me conoce.

Sí, soy José María Gallardo, al que todos conocéis por internet como Chemazdamundi. Ya he hablado de mí aquí, pero voy a resumir un poco: soy natural de Sevilla, estoy casado con Isabel María Guzmán (Natsufan), y juntos vivimos en nuestra finca en La Carlota (Córdoba), junto a nuestro hijo, nuestros gatos, y nuestro inmenso jardín. Ya tengo la cuarentena (por lo tanto, Crecí en los ochenta). Soy de profesión vendedor al por mayor de bebidas, aunque mis ingresos vienen también por un fondo de inversión personal de renta variable que espero me quite de trabajar algún día (en ello estamos) y otras inversiones que no vienen al caso y tampoco es cuestión de dar pelos y señales. Si digo esto último es porque sé a ciencia cierta que más de un hijo de puta acudirá aquí a husmear a ver qué puede sacar, se va a encontrar con esa información que NO estaba en mi anterior blog y se va a quedar de piedra, mandando a tomar por culo la noción preconcebida de que mis conocimientos en Economía no servían para nada. Pues os jodéis: no soy un perdedor, más quisiérais. A estas alturas ya deberíais saber cómo las gasto… y que no soy más cabrón porque el día no es más largo.

Y hablando de ello… pues sí. Una de mis grandes pasiones es la Ciencia. Más concretamente, la Ciencia Social. Y más concretamente aún, la Economía, que es lo que he estudiado y gracias a lo cual me gano la vida (me especialicé en marketing). Pero de esa pasión ya he tratado largo y tendido en el que es mi blog principal. En él hablo de Ciencia, Economía, escribo artículos de divulgación científica, combato la conspiranoia, la religión, el radicalismo (especialmente el económico) y el ocultismo, hablo de medios de comunicación, derechos laborales y activismo social (he sido sindicalista muchos años), matemáticas, etc.

Aquí voy a tratar otros temas.

Me gusta mantener muy ordenados todos los aspectos de mi vida, y es por eso por lo que abro otro espacio cibernético, uno donde dar cabida a aquellas cuestiones que quiero tratar y compartir pero considero que no tienen su sitio propiamente dicho en mi bitácora principal, espacio que está más reservado a la divulgación científica y al que pretendo dotar cada vez más y mejor no sólo de seriedad que ya la tiene (por más que a alguno le pese), sino de mayor apariencia de seriedad. Una «seriedad» accesible al gran público, pero seriedad al fin y al cabo. No creo que sea lo mejor mezclar en el mismo espacio un ensayo sobre el análisis de las posibilidades de una implementación de la Renta Básica Universal en España y la redacción de una opinión sobre las cualidades estilísticas literarias de la obra de Michael Moorcock.

En realidad el abrir este espacio tiene tanto que ver con el placer como con el hecho de que soy una persona eminentemente pragmática, muy ordenada y disciplinada incluso en lo personal. Me ha ido muy bien en la vida siendo ordenado y en el manejo de las redes sociales no va a ser menos.

Hablando de seriedad, una cosa que seguramente notéis ya desde el principio es que incluso en este espacio donde voy a tratar temas más personales o referentes a mis aficiones, lo voy a hacer con una seriedad y densidad inusuales para lo que se estila en la red de redes en español.

Soy de los que cuando abren la boca, procura que sea para decir algo interesante per se, independientemente del tema sobre el que vaya a hablar. No escribo «cuatro renglones.» Escribo mucho, y con mucha densidad informativa, incluso para hablar de algo tan aparentemente irrelevante como un análisis (técnico, eso sí) de la obra musical de The Chieftains, una partida de rol que jugué hará más de una década… o la poda de mis limoneros.

En realidad todo lo que escribo, lo hago para que le guste a una persona muy especial, mi mejor amigo: YO.

¿Que a los demás os gusta también lo que escribo? Estupendo. Pero que tengáis presente que no lo hago por vosotros, sino para mí, porque necesito dejarlo plasmado en un trabajo de calidad. Así que al que no le guste, ya sabe dónde está la puerta que yo no le pongo una pistola en la cabeza a nadie para que me lea ni me hace más o menos feliz el que me lea más o menos gente. Esa es la razón por la que he titulado a la bitácora como «Memorias», porque es eso lo que escribo aquí: unas memorias.

Este es un espacio p-e-r-s-o-n-a-l. Y yo, como persona, me comporto así. Y, sinceramente, no es porque yo lo diga, pero objetivamente hablando es una forma muy honrada y efectiva de actuar. Dejo las cosas claras desde el principio, y sigo adelante. Lo siento por todo el que venga aquí buscando algún punto flaco que explotar contra el autor de El Diario de Chemazdamundi… pero no lo va a encontrar como no lo ha encontrado hasta ahora. Y no lo va a encontrar por la sencilla razón de que ni me oculto ni engaño con mi personalidad. No tengo por qué.

¿De qué voy a hablar aquí?

empollonconlibroabiertomirandoespectadorDe una serie de temas que me han apasionado desde niño y de las experiencias que he ido acumulando desde entonces, concernientes a esos temas. Yo he sido lo que normalmente se conoce como un «empollón», el número uno de su clase en el colegio pero sin ser superdotado (no me voy a atribuir méritos que no tengo, no soy tan asquerosamente chulo). Pero he sido un empollón un tanto particular, un poco difícil de encasillar. A diferencia de otros empollones, conforme pasaba el tiempo y crecía, yo me volvía más agresivo y activo. Por ejemplo, se me han dado mal las relaciones sociales pero no por desinteresado o incapaz, sino por iracundo: no tolero el absurdo… es algo que yo diría que tiene una raíz biológica o neurológica en mí. Yo no he sido ni tan retraído ni he estado tan aislado como otros que he conocido… ni se han metido tanto conmigo en una época en la que (triste es reconocerlo) el bullying era la norma o no estaba tan castigado como ahora.

El término más habitual en inglés para definir al empollón o chico estudioso es nerd. Pero dado que nerd tiene unas connotaciones de incapacidad en lo social, no sé hasta qué punto se me puede aplicar a mí, que no era un tarado social ni un inadaptado. Lo era en algunos aspectos, pero no en general. Por ejemplo, el fútbol era la pasión por norma universal en la EGB de mis tiempos: a mí no me gustaba por aquel entonces y os juro que el que no te gustara era cosa de alienígenas para los chavales (e incluso adultos) de la época; yo he sido muy agresivo: si me he tenido que enfrentar verbal o físicamente a alguien, lo he hecho (y me ha pasado muchísimas veces en la vida, que he tenido broncas a diestro y siniestro); si alguna vez he querido estar solo… me venían a buscar para pedirme mi opinión o mi colaboración. Supongo que es lo de siempre: las etiquetas, por más que les guste a algunos, no son monocromáticas, y no hay un empollón igual a otro de la misma manera que no hay una persona igual a otra. En principio yo debería ser, por tanto, algo más próximo a lo que en inglés se denomina geek, que es alguien que combina obsesión por una materia con un supuesto alto grado de inteligencia.

La traducción más común de geek en castellano europeo es una palabra que seguro que os suena más: «friki.«

Y supongo que eso es lo que he sido, soy y probablemente sea por siempre. Y no pasa por reconocerlo, que no es algo perverso o nocivo. Uno no puede negar su naturaleza. Puede ocultarla, eso sí, pero a mí no me hace falta: ya terminé mi formación, me casé, tuve un hijo, me gano el pan sobrada y honradamente y tengo una vida en la que me puedo permitir el reírme en la puta cara del que pretenda lo contrario. Aunque ya lo hacía antes. ¿He mencionado ya que me he peleado muchas veces en la vida?

El geek o friki suele quedar definido por la obsesión o aparente exceso de seriedad y celo con que se toma sus aficiones o el tema que haya escogido como obsesión. Algunos estudiosos del fenómeno (incluido un servidor) van un paso más en la definición. Dicha obsesión (y es mi caso) se centra en los elementos técnicos, algunos de ellos de una profundidad muy inusual. Hay mucha gente que está obsesionada con un cantante o grupo musical, por ejemplo. Pero seguro que no conoce el nombre de las técnicas de púa del guitarra ni la tesitura de ese cantante. Por ahí ya se puede distinguir a un «friki» de un simple aficionado, por más obsesión que este último tenga. Es decir, no basta con ser un obseso del tema que sea… sino un obseso con mucho conocimiento técnico y formal.

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Bueno, que me enrollo más que una pelea de anguilas y estoy entrando en un tema que pienso desarrollar con mucha más profundidad en un artículo dedicado a las distintas definciones que intentan designar lo que es ser un «friki».

Soy una persona que tiene muy, muy poquito tiempo libre. Todas mis aficiones, mi activismo social y, especialmente, dedicarme a mi familia es lo que me han mantenido apartado de internet muchos años. No voy a repetir en detalle la historia: no tuve interés por las redes sociales hasta que Isabel se puso con Zeitgeist contrastado. Es desde no hace mucho tiempo (especialmente desde que dejé de ser delegado sindical) que volví a disponer de más tiempo libre para mí. Voy a aprovechar que ahora dispongo de algo de tiempo, algo de dinero para poder dedicarle atención a muchas aficiones que tenía aparcadas (que no olvidadas) desde yo qué sé cuándo. Incluido el escribir sobre ellas (escribir es una afición en sí misma).

Resumiendo, que aquí se viene a hablar de mi libro y de lo que me dé la gana. Pero en principio, me voy a circunscribir a temáticas relacionadas con mis aficiones, especialmente aquellas relacionadas con lo que se entiende comúnmente por «cosas de frikis»:

-Juegos de rol (principalmente estos).

-Juegos de tablero o de mesa, wargames incluidos.

-Videojuegos.

Cuando hable de «juegos», notaréis que la inmensa mayoría de ellos son «de estrategia.»

-Literatura de fantasía (de la académica y científica ya hablo en el otro blog, dadme un descanso, cojones).

-Miniaturas.

-Películas de todo tipo, pero me centro en las de terror, acción (especialmente las bélicas) y en la ciencia-ficción.

-Series de televisión.

-Cómics (manga incluido).

-Dibujos animados (anime incluido).

-Jardinería (sí, ya sé que os parecerá raro, pero soy un enamorado de las plantas, muy poca gente conoce esa faceta mía).

-Viajes. Isabel y yo viajamos muchísimo, y quiero compartir nuestras experiencias y, ya de paso, hacer un diario de viajes (o un diario de nuestras vidas, simplemente). Para no depender de la memoria, vaya (los que tengáis enfermos de alzheimer en la familia sabréis de lo que os hablo), y seguir disfrutando cada vez que nos leamos y veamos nuestras fotografías, de todo lo que hicimos en su momento.

-Senderismo.

-Bricolaje.

-Vexilología. Sí, yo ya diseñaba banderas e insignias antes de que lo popularizara Sheldon Cooper. A ese respecto, soy un friki hipster.

-Música. Ojito y al loro, que no voy a hablar aquí de ñoñerías tipo «me gusta» o «qué buen sonido tiene». Os voy a analizar las partituras de arriba hacia abajo si les puedo echar el guante encima. El que pueda, que me siga el ritmo y nunca mejor dicho.

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¿Y qué ofrezco yo que no ofrezca cualquier otro «friki de la vida»? A fin de cuentas… ahí fuera hay muchos blogs y páginas especializadas que pueden hablar de lo mismo que yo, ¿no? Creo que lo mejor que pueden hacer es leer y empezarán a notar ciertas diferencias con respecto a un «friki medio» si es que tal cosa existe. Esas diferencias provienen de mis circunstancias personales. Para empezar, no soy un geek puro. Por ejemplo, no soy tan especialista como un geek, mis aficiones son muy amplias, abarco temáticas muy diferentes… y una cuestión muy propia de mí: tengo líneas rojas que no cruzo y que aliento a no cruzar, muchas veces de manera desagradable, dando collejas dialécticas. La principal «línea roja» es el absurdo que tanto odio. No pierdo la objetividad de vista. Es una cosa que me distingue mucho, mucho, mucho de un geek o «friki» tradicional: puedo obsesionarme con una temática y alcanzar un grado de conocimiento técnico muy profundo sobre ella… pero no voy a entrar en el absurdo ni en el ridículo. Ni en mentir ni ponerme a la defensiva «porque me guste.» En mis análisis y artículos podréis ver que tengo un punto en común con las críticas científicas que realizo en mi otro blog: no me dejo llevar por el fanatismo ni por la emoción y lo que se demuestra como cierto, lo es y punto. Me puede gustar mucho jugar al rol, pero nunca jamás de los jamases me ha sucedido que yo haya confundido realidad con ficción, que nunca haya dejado de considerarlo lo que es: un juego (no «una forma de vida» como he leído por ahí) o que diga que el sistema de la 4ª edición de D&D es una mejora con respecto a los anteriores (o Pathfinder). Puedo tener un conocimiento técnico brutal sobre aspectos concernientes a los ejércitos de Games Workshop, pero no voy a comprar sus miniaturas de precios desorbitados. Y Magic The Gathering es una estafa como la copa de un pino te pongas como te pongas y te levantes como te levantes y al que caiga en ella le digo tonto y le estoy sobrestimando. Por decirlo más claramente, que algo me guste o que incluso lo conozca en profundidad no me impide realizar una crítica cuando lo merezca. Por ejemplo, la saga de Elric de Melniboné me divierte y me sirve de muy buena ambientación, especialmente en lo referente a los juegos de rol. Pero los libros están escritos con el culo y del revés. Las obras de los mitos de Cthulhu cumplen sobradamente con su intención de introducir al lector en una atmósfera de terror. Pero que Lovecraft era un escritor de regular para abajo no lo pone en duda ni La Cabra Negra Con Un Millar de Retoños. «Pues Lovecraft era un genio.» Eeeeeh, eh, eh, eh… NO TE PASES. A eso me vengo a referir: a cada uno, lo suyo. No le doy ni méritos ni defectos que no tengan. No lo hago ni conmigo mismo, menso aún lo voy a hacer con mis aficiones. Faltaría más. Mi emoción y mis preferencias no pueden obnubilar mi mente. Lo aplico también en numerosas ocasiones en otros muchos ámbitos, como cuando hablo de Economía. Por ejemplo, considero que las ideas del keynesianismo son acertadas e incluso vigentes hoy en día en líneas muy generales. Pero elementos de toma de decisión técnicos como la curva de Phillips fueron y son una cagada.

Que conste que eso no va a ser óbice, insisto, para reconocer los elementos positivos que tenga aquello de lo que hable, que normalmente tendrá más que negativos (no suelo adoptar una afición que sea una gilipollez o un peligro… no soy tan tonto).

Sí, yo soy capaz de realizar esa tarea sobrehumana de separar el «creer» y el «gustar»… del «ser.» Conozco a alguno que considera el poder hacer eso como magia. Tal cual.

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Advertencias, que es el que avisa no es traidor ni mala persona:

Lo de siempre, voy a utilizar mi estilo de escritura, que ya deberíais saber que es bastante muy agresivo y sin pelos en la lengua. En principio estoy tratando temáticas en las que no tengo que realizar ninguna denuncia ni me tengo que cagar en los muertos de nadie, así que espero no tener que lanzar (muchos) exabruptos e intentaré refrenarme. Pero vamos, que alguno va a caer, ya me conocéis. O deberíais.

Una advertencia muy a tener en cuenta: voy a recurrir frecuentemente a enlaces, vídeos y demás documentación, en inglés. Muchas veces sin subtítulos. A diferencia de mi otro blog no pienso traducir salvo que me dé por hacerlo. Ya sois mayorcitos como para saber inglés. Sí, hablado también. Si todavía no conocéis el idioma, ya estáis tardando porque es un handicap terrible (pun intended).

Las temáticas de Historia militar permanecen en el blog principal.

No voy a hablar de fotografía aunque voy a exponer multitud de ellas. Pero en estos momentos estoy ordenando todas las que tengo, editándolas, etc. Y me va a llevar mucho tiempo hasta que las pueda hacer públicas (las mejores, obviamente).

A diferencia del otro blog, no me pienso complicar con los comentarios: están todos filtrados por defecto. Los desfiltraré de uno en uno según me venga en gana. No pienso tener piedad. Los baremos objetivos que utilizaré para el desfiltrado serán: lo interesante y simpático que sea el comentario, si su autor se identifica plenamente y la aportación que haga. Mucho ojo: que os haya desfiltrado en un blog no implica que lo vaya a hacer en el otro.

No atiendo peticiones de artículos en este blog, salvo que me llamen muchísimo la atención.

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Dentro de lo que cabe, espero que la lectura os guste y que os resulte interesante. Y bienvenidos los que vengan de buena fe. ¿Que no es así? Pues que os den por culo.

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